
Operación Tun Tun
Operación tun tun la angustia que toca las puertas de los hogares venezolanos
Noviembre 20, 2024
Venezuela no solo carga con una economía en ruinas y una moral hecha trizas. Hoy revive también el eco más oscuro de sus fantasmas: la Operación Tun Tun, ese método de represión con botas, capuchas y puertas violentadas, que vuelve a sonar más fuerte que nunca.
Ese “tun tun” ya no es el de la gaita decembrina ni la llegada de la hallaca. Es el de las escaleras que crujen de madrugada, el de las patrullas que entran sin permiso, y el del miedo que se instala en la sala de cada casa venezolana.
¿Qué es la Operación Tun Tun?
Una táctica tan vieja como siniestra: cuerpos de seguridad del Estado —SEBIN, DGCIM y compañía— allanan hogares sin orden judicial, se llevan gente sin explicación y callan a quien se atreva a pensar distinto.
Le ponen nombre de “procedimiento legal”, pero huele a lo de siempre: terrorismo de Estado disfrazado de justicia.
Testimonios reales de un país en vela
Los testimonios de esta nueva fase represiva no necesitan adornos. Hablan por sí solos:
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En el 18 de octubre: un joven fue perseguido por varias residencias. Su “delito”: encargarse de borrar la información de los teléfonos de otros. Por suerte, logró esconderse antes de que lo atraparan. El miedo ahora corre con nombre y apellido.
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A un hombre, saliendo de su trabajo, lo detuvieron, le revisaron el teléfono, lo obligaron a borrar todo, y le cobraron 200 dólares para no meterlo preso. Libertad bajo extorsión.
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Dos hermanos, ambos menores de edad, fueron detenidos por tener contenido opositor en sus teléfonos. En este país, ni la juventud te protege de la represión.
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Durante una semana, cerca del supermercado Fiorella ubicado en la ciudad de Maracaibo, el DGCIM se instaló en la zona, deteniendo y revisando a todo el que pasaba. Respirar en voz baja fue la única manera de no levantar sospechas.
Pero lo de Fiorella no fue la excepción. Ese escenario se repitió en cada rincón del país. Mensaje leído, mensaje borrado. Chatear con cautela. Enviar y eliminar. Silencio, paranoia, miedo. Así vivieron los venezolanos esos días de pesadilla, donde el miedo no descansa. Ni de día, ni de noche. Rumores vienen rumores van pero el tun tun se queda.
Hoy fueron ellos. Mañana podrías ser tú.
Hoy fue ese joven, ese trabajador, esos hermanos. Mañana puede ser tu vecina, tu primo, tu hijo o tú.
Porque cuando la justicia se arrodilla y la represión manda, nadie está a salvo.
Y en Guayoyo 58 lo decimos sin medias tintas:
El que calla, también consiente.
Autor: Ivan Faria
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